Padre cachas, Padre fofo (Parte I)
Por Jesús Gallego
Esta historia es muy buena, leela con atención o sin, que te va a gustar.
Tuve dos padres, ambos influyentes en mi vida.
Uno era mi padre biológico, a quien llamaré padre fofo.
El otro era el padre de mi mejor amigo y será el padre cachas.
Dos padres, muy distintos ellos
Mi padre fofo creía que el placer inmediato era clave para disfrutar de la vida.
Su filosofía en este sentido era clara:
“Hijo, cómete ese gofre ahora no te preocupes por el mañana”.
Se alimentaba a base de comida mala, de esa que carga el diablo, ya sabes: procesados, rebozados, patatas fritas, donetes, cervezas..
Comida irreal dañina para sus órganos y su salud en general.
No cuadraba macros ni nada, solo seguía su instinto, su instinto de gordo.
Intentó ir al gimnasio muchas veces, pero sin éxito.
“El próximo lunes empiezo”, solía decir.
Y entonces se pasaba 18 pueblos comiendo el fin de semana porque a partir del lunes todo iba a cambiar.
Y sí que es verdad que se apuntaba al gimnasio, pero rara era la semana que enganchaba dos días seguidos y al poco se daba de baja, incapaz de aguantar esa disciplina que trataba de imponerse de golpe.
Pasaba siempre.
De vez en cuando se quejaba de que no le gustaba su cuerpo (jamás le vi quitarse la camiseta en público, incluso delante mío le daba vergüenza), pero luego no le ponía remedio, o si lo hacía enseguida buscaba una excusa para agobiarse y dejar el plan.
Cada mañana se despertaba en un cuerpo que ya ni reconocía, y su salud iba de mal en peor.
Estaba constantemente cansado y sin energía, lo que afectaba su rendimiento en el trabajo y su habilidad para disfrutar de las cosas más simples.
Su falta de confianza y su baja autoestima también se notaba en sus relaciones personales, llevándolo a aislarse más y más.
Sentía que estaba fallando en todos los frentes, atrapado en un ciclo de intentos fallidos y frustración constante.
Nunca encontraba un método que encajara con él. Tenía asumido que era lo que había y por eso aparentaba que le daba igual, pero no le daba igual.
Después estaba mi otro padre, el de mi amigo, mi padre cachas, que eligió un camino completamente distinto.
No seguía dietas imposibles ni tampoco pasaba muchas horas entrenando y estaba en una forma física impresionante siempre.
Al principio le había pasado parecido a mi otro padre, pero pronto descubrió algo que lo cambió todo.
¿El qué, papá?
Un vídeo de 6 minutos:
EL VÍDEO QUE LE CAMBIÓ LA VIDA A PADRE CACHAS
Mañana sigo con la parte II.
PD: “Clica el vídeo hijo, clica arriba”, eso me decía, literal.
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