Así perdí los abdominales en menos de un mes
Por Jesús Gallego
Este es uno de los errores más típicos con los que me encuentro y yo mismo lo he cometido muchas veces.
Pasa cuando acabas una dieta de definición.
Es de estas cagadas que cuando te pasa piensas “vale, ya no me vuelve a pasar, lección aprendida”, pero luego vas y vuelves.
Lo reflexionaba ayer por la noche con mis followers de Instagram, después de una tarde intensa de revisiones.
Te cuento la historia y luego la moraleja, por ese orden.
Verano de 2003.
Bueno, antes, finales de abril, que la Semana Santa aquel año cayó tarde.
Era mi segundo año entrenando en serio (digo con entrenador y eso, porque a entrenar empecé antes, en el 2000, pagaba el gimnasio en pesetas) y por primera vez en mi vida había conseguido verme los abdominales.
Solo había tenido que esperar 19 años, que visto así puede parecer mucho y es mucho, pero cuando eres un niño gordo es como un sueño que te parece tan imposible que cuando lo cumples no te lo crees.
No es como Mbappé, que cuando era niño él ya sabía que su destino era jugar en el Madrid y por eso el día de su presentación estaba como si nada.
Yo al contrario, era un niño gordo destinado a ser gordo que cuando cambió su destino le pilló de sorpresa y no lo supo gestionar bien.
Perdí la forma muy rápido, en cuestión de un mes.
¿Qué hice?
Pasar de definición a volumen sin una etapa de mantenimiento en medio que es vital.
Fíjate si fue dramático el cambio que aquel verano el profesor de mi primer curso de monitor de musculación (que hoy es un reconocido youtuber y del que no diré el nombre por un tema de privacidad), me había cogido para hacerle una suplencia en su gimnasio porque se iba de vacaciones, y al volver, flipó.
Literal.
Me tenía idolatrado y siempre me sacaba como ejemplo en plan “mira como está Jesús”.
Y entonces yo me levantaba la camiseta, y solo cuando veía su cara y la del resto de la gente que miraba me daba cuenta de lo definido que estaba, porque yo no era consciente.
Su cara a verme después de sus vacaciones era otra, se puso hasta triste.
¿Qué te ha pasado?
Y yo:
Nada, es que estoy en volumen.
Había subido 10 kg en 4 semanas y lo peor de todo era que lo había hecho siguiendo de forma estricta la dieta que me había puesto mi nuevo preparador (el tercero ya).
Porque si por lo menos me hubiera pasado aquel agosto en la playa bebiendo mojitos y tomando helados, pues vale, pero es que me lo pasé en un gimnasio sin aire acondicionado y con máquinas Salter viejas y mal engrasadas, con mi nueva dieta de 4.000 kcal, que me costaba llegar.
Viendo que me ponía gordo por días, pero claro, era “parte del proceso” y había que pasar por ahí.
Lo que te decía al principio, cagadas que hace uno y que después seguí haciendo, pero menos, y ya nada.
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